[responsivevoice_button voice=»Spanish Female» buttontext=»Escuchar la entrada»]
Pablo Picasso

Pablo Ruiz Picasso es, sin duda, el artista más relevante y representativo del siglo XX. Un artista cuya obra, al tiempo que renovadora, está muy ligada a las grandes corrientes artísticas del pasado. Picasso nació en Málaga en 1881 y falleció, a los 91 años, en Mougins, Francia.

Tras cursar estudios en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona y frecuentar las reuniones artísticas y políticas del bar Els Quatre Gats, inaugura su «periodo azul». A partir de 1904 lleva a cabo varias visitas a París, ciudad donde termina instalándose en el barrio de Montmartre. Inicia allí su «etapa rosa» y, en 1907, pinta el cuadro que revolucionará el arte de su tiempo: » Las señoritas de Avignon». Pocos años después, junto a Georges Braque, da nacimiento al cubismo. Pero, sin duda, su obra más relevante y universal es «El Guernica», obra desgarradora que refleja su compromiso político en el bando republicano.
Picasso y los mitos
Los mitos griegos, aún en el presente, siguen manteniendo su vitalidad, permitiendo ser reelaborados para encarnar nuevos aspectos acordes con los tiempos actuales. Tal vez por ello muchos artistas del siglo XX han recurrido a la mitología grecorromana como punto de inspiración. Pero, quizás nadie como Picasso haya recreado la figura del minotauro de forma tan personal e intensa, llegando a servirse del mismo como si fuera un espejo en que plasmar tanto sus vivencias emocionales como las inquietudes de la época que le tocó vivir.
Según La metamorfosis de Ovidio, el Minotauro era un monstruo híbrido con cabeza de toro y cuerpo de hombre. Había nacido de la unión de Pasífae, esposa de Minos, rey de Creta, y del fabuloso toro blanco que Poseidón había hecho salir del mar. Pese a la orden de sacrificar al toro en su honor, Minos desobedeció al dios. En venganza, Poseidón hizo que Pasífae se enamorase perdidamente del toro. Para que pudiera colmar su deseo sexual Dédalo construyó una vaca de madera en cuyo interior se introdujo la reina, logrando de esta forma que que el animal copulara con ella. Pasífae, embarazada del toro dio a luz al Minotauro. Al enterarse, el rey Minos encerró al Minotauro en una construcción de Dédalo (el Laberinto), donde, como cruento tributo, le era suministrado periódicamente por la ciudad de Atenas, siete jóvenes y siete doncellas. Teseo, con la ayuda de la hija de Minos, Ariadna, acabó con esta práctica. Entró en el Laberinto, mató al Minotauro y, con la ayuda del ovillo de hilo de oro que la joven le había dado, pudo volver sobre sus pasos y encontrar la salida del Laberinto.
Picasso y el Minotauro
Picasso, que a lo largo de su vida encarnó algunos de los personajes más significativos de sus diversas épocas creativas (el arlequín en su época rosa, la imagen del artista y la modelo, en la década de los cincuenta…), incorpora el Minotauro a su imaginario personal a partir de 1933. Cabe señalar que a Picasso, no le interesa en sí la leyenda cretense. Teseo, Minos, Pasífae, Ariadna o el mismo Laberinto, no son para él relevantes. Quien realmente le subyuga es el propio Minotauro. Ya en 1928 aparece la figura del Minotauro en uno de sus dibujos en tinta china, dibujo que, posteriormente (1935), utilizará para la realización de un tapiz. Se trata de una cabeza de toro unidas a unas piernas en actitud de correr (huyendo).


La revista surrealista “Minotaure”
En 1933 Picasso recibe el encargo de crear la portada para el primer número de la revista surrealista “Minotaure”. Freud había interpretado al Minotauro en clave psicoanalítica, como una fuerza irresistible (el inconsciente humano) que, bordeando lo irracional se revela contra las leyes de la lógica. La interpretación del psicoanalista atrajo la atención de André Bretón (creador y líder del surrealismo) y sus seguidores, quienes interpretaron, igualmente el mito como icono de revolución, libertad por encima de cualquier otro criterio, insumisión al orden establecido e, incluso, proclamación de la violencia. El minotauro de Picasso, lejos de mostrase como una víctima pasiva a manos del héroe, se nos presenta empuñando un arma, en actitud desafiante.

A partir de 1933 el Minotauro comienza a cobrar protagonismo en las obras picassianas, ya en solitario, sentado, con un puñal en la mano y mostrando sin tapujos su desnudez, ya enamorado, tierno, seductor, seducido, hedonista, orgiástico, violador o lascivo. Una criatura dual que combina rasgos opuestos y contradictorios: intelecto e instinto, voluptuosidad y continencia, humanidad y monstruosidad, muerte y vida.





La «Suite Vollard»
En particular la «Suite Vollard» nos ofrece una historia del Minotauro que obedece más a las obsesiones y vivencias del artista que a una secuencia lógica; un verdadero diario íntimo, tal como confesaría Picasso a su amigo Tériade en una entrevista al periódico L´Intransigeant (15 junio 1932): «Mi obra es como un diario». Y hay mucho de verdad en tales palabras. Late a lo largo de toda la serie “Suite Vollard” la sombra de Marie-Thérèse Walter, una joven de 17 años que Picasso conoce en 1927, cuando el artista cuenta con 46 años, y con quien comenzará una apasionada historia de amor a espaldas de Olga, su mujer, con la que lleva 10 años de matrimonio. Con Olga Koklova Picasso ha conseguido éxito y un puesto entre la burguesía, pero este «aburguesamiento» cansa Pablo, que anhela su época bohemia.

Las mujeres y el Minotauro
La imagen de Marie-Thérèse aparece profusamente en la obra picassiana a partir de 1932 y deja su impronta en las imágenes femeninas de la saga del Minotauro.
En 1935 Picasso, realiza la serieLa Minotauramaquia, probablemente la obra gráfica más importante del artista malagueño, junto a la serie Suite Vollard (1930-37). En esta época Marie Thérèse estaba embarazada de su futura hija Maya y Olga le abandonará definitivamente junto a su hijo Pablo. No es extraño, por tanto, que en su iconografía aparezca la figura del Minotauro ciego pues, posiblemente, el artista se sintiese perdido y necesitado de una luz que iluminara sus actos.
Marie-Thérèse representa para el artista una liberación del yugo conyugal y un renacer de la sexualidad y de su potencia creativa, pero al tiempo es la causa de un poderoso sentimiento de culpabilidad y, por ende, de angustia.

De entre todos los minotauros inspirados por Marie-Thérèse, me gustaría destacar “Minotauro ciego guiado por una niña en la noche” (1934), en la que su amante aparece bajo los rasgos de la niña que guía al Minotauro perdido. Ella, es la joven que comprende a la bestia, y su luz la única que puede guiarlo en las tinieblas que le rodean. En tal sentido, el mito se invierte y Marie-Thérèse Walter, como un nueva Ariadna, se vislumbra como la única con capacidad de sacar al Minotauro de su propio laberinto. Pero no podemos olvidar que Picasso se encuentra atrapado entre su pasión por la fragilidad, belleza y juventud de su amante y la cólera de Olga, por lo que se ve sí mismo como un monstruo. Se palpa en estas obras un miedo latente: el miedo al castigo, a quedarse ciego. Picasso, llegará incluso a considerar esta etapa como una de las peores de su dilatada vida. Tal vez por ello, los minotauros de Picasso (su alter ego), a pesar de estar rodeados de mujeres y obras de arte, a pesar del disfrute sexual en orgías báquicas, son también criaturas desgraciadas, que se sienten monstruos repulsivos, seres que desean amar y que les amen, pero que creen que no pueden ser amados… y siempre bajo el temor de una muerte (tanto física como intelectual) que les acecha a cada instante.

Françoise Gilot amante, musa artística y madre de Claude y Paloma Picasso, lo deja en evidencia en su libro Vida con Picasso:
“Luego Picasso me enseñó otra lámina donde aparecía un minotauro de rodillas y un gladiador aplicándole el golpe de gracia con una enorme daga. Un gran conjunto de rostros, en su mayoría femeninos, contemplaban la escena desde detrás de una barrera.
Se nos dice que Teseo al llegar mató a un minotauro, pero fue uno entre muchos. Sucedía cada domingo: un joven griego llegaba desde el continente y cuando mataba a un minotauro hacía felices a todas las mujeres, especialmente a las viejas -siguió diciendo Picasso-. Un minotauro guarda a sus mujeres con prodigalidad pero reina por el terror y ellas se alegran de verle muerto.
Un minotauro no puede ser amado por sí mismo -añadió-. Por lo menos él lo cree así. Por algún motivo la cosa le parece irrazonable. Quizá por eso le agradan las orgías.
Picasso hablaba ahora muy lentamente.
Acto seguido señaló otro grabado en el que aparecía un minotauro contemplando a una mujer dormida.
La está estudiando -dijo-, intentando leer sus pensamientos, tratando de averiguar si ella le ama “porque” es un monstruo… Las mujeres son tan extrañas como para llegar a eso… Es difícil afirmar si quiere despertarla o matarla.”




Los minotauros heridos y la Guerra Civil española
Queda por señalar que una buen parte de los minotauros heridos que Picasso pinta a partir de 1936, están en relación con la guerra civil que está viviendo España. Como es bien sabido, Picasso mostrará una repudia total por el dictador, llegando a pintar por encargo del Gobierno de la República el conocido cuadro del Guernica para ser presentado en el pabellón español en la Exposición Universal de 1937 de París.



Jesús Zatón
5 comentarios en “LOS MINOTAUROS DE PICASSO”
Super interesante
Hola, Nicolás, me agrada mucho que mi artículo te resulte interesante.
Me permito comentarte que acabo de abrir una web que trata solo sobre Picasso (https://pablo-picasso.space/).
De momento hay pocas entradas, pero, como veo que compartimos el interés por el genial malagueño, tal vez te pueda interesar
(de hecho estoy pensando en trasladar el articulo «Los minotauros de Picasso» a la otra web).
Muchas gracias por tu comentario.
Muchisimas gracias por la informacion
Gracias, muy ilustrativo.
Gracias a ti, Víctor. Saludos.